Venezuela está en el medio de una compleja
emergencia humanitaria, sin precedentes
y producto del mismo Estado, con amplias
consecuencias sociales.
Su Programa Nacional de SIDA,
alguna vez puesto como ejemplo, ha colapsado con una escasez crónica de
medicamentos y falta de condones y pruebas de diagnóstico, poniendo a miles de
personas en riesgo de enfermedades prevenibles y muerte.
Las personas que viven con VIH,
tuberculosis y malaria mueren a un paso cada vez más acelerado, mientras que
los hospitales y farmacias no tienen productos básicos de salud.
El sarampión y la difteria, que
habían sido eliminados en Latinoamérica, regresaron con fuerza. La escasez de
alimentos, malnutrición e inanición se propagan.
En el último año, activistas venezolanos
han acudido a instancias internacionales para demandar ayuda urgente. La respuesta
ha sido una indiferencia pasmosa, pero necesitamos urgentemente de acciones: es
un asunto de vida o muerte. Continuar ignorando este desastre humanitario
implica que muchas más personas morirán y que las bases de la solidaridad mundial
en la respuesta al SIDA, TB y malaria serán socavadas.
En septiembre 2017, ICASO y ACCSI realizaron una evaluación rápida de la
data recolectada y el alcance y extensión de la crisis. Realizamos entrevistas
con más de 30 activistas venezolanos en derechos humanos,
SIDA y salud,
proveedores de servicios, académicos y doctores, incluyendo
algunos que arriesgaron
su trabajo para poder compartir información de salud
censurada.
La data compartida por los informantes clave describe
una emergencia de salud pública: los casos de malaria aumentaron
en un 205%,
luego que el
país había declarado su eliminación; hay
una ausencia casi
completa de pruebas diagnósticas
para tuberculosis en poblaciones vulnerables
como prisioneros y comunidades indígenas; y existen unos niveles
peligrosamente bajos (7%)
de supresión viral
en las personas que viven con
VIH. Sus historias personales de angustias y frustración resaltan aún más la
necesidad de una intervención urgente.
De la información
emanada de los
informantes clave, la
conclusión es inobjetable:
El Fondo Mundial no logrará los objetivos en su nueva
estrategia (2017-2022), así como tampoco el mundo alcanzará los objetivos
de desarrollo sostenibles
para la salud,
si la comunidad
internacional ignora la catástrofe de salud pública en Venezuela.
Casi seis meses han transcurrido desde que la Junta Directiva del Fondo
Mundial decidiera sobre Venezuela y todavía no se ha elaborado y menos aún
implementado una respuesta integral, sostenible o alineada regionalmente.
Aunque reconocemos los esfuerzos de las agencias regionales de la ONU
(particularmente la Organización Panamericana de la Salud OPS, UNICEF y
ONUSIDA), los mismos no corresponden con la urgencia y necesidades, y tampoco
son sostenibles.
Como lo recomendó el Fondo Mundial en mayo, se debe elaborar e implementar
una respuesta regional integral y en la ausencia de acciones, la Junta
Directiva del Fondo Mundial debe ofrecer un liderazgo más sólido y efectivo.
La crisis de salud en Venezuela es un síntoma y una consecuencia de las
fallas en el sistema de salud mundial, que debería poder desarrollar una
respuesta a cualquier crisis humanitaria sin importar el país o región donde
esta crisis sea evidenciada.
La devastación que se vive en Venezuela es perpetuada en parte por las
reglas y regulaciones arbitrarias que rigen la elegibilidad de ayuda
internacional.
Es otra evidencia que la arquitectura de salud mundial no está preparada
para responder adecuadamente a emergencias y ha puesto al descubierto una
brecha enorme en el marco de lo que debería ser una respuesta de salud mundial
robusta y efectiva.
Asimismo, a pesar que existe documentación extensiva, el gobierno de
Venezuela niega que haya una emergencia –lo que sirve para que muchos gobiernos
y algunas agencias de las Naciones Unidas desvíen su mirada.
Este informe describe un desastre en desarrollo: un sistema de salud en
caos, sin disponibilidad de calmantes para el dolor, antibióticos o insumos de emergencia.
Y mientras el mundo espera que el país pida ayuda para una crisis que ellos
mismos niegan que exista, el resto de la comunidad internacional no necesita
esperar a que el país caiga en un caos más profundo, con la pérdida de vidas
que esto causará.
El informe presenta un resumen de la crisis en Venezuela y describe el
desastre de la salud pública como consecuencia. Al mismo tiempo hace una demanda
urgente al Fondo Mundial para que intervenga. El documento contiene una serie
de citas que fueron recogidas durante el proceso de entrevistas con los
informantes claves.
ICASO es una organización canadiense que actúa como una voz global en
asuntos de VIH que impactan comunidades diversas alrededor del mundo. Nuestra
incidencia política abandera el liderazgo de la sociedad civil y las
poblaciones clave en un esfuerzo conjunto de acabar con la epidemia del SIDA.
Esto lo hacemos a través de alianzas de colaboración con personas y organizaciones
en todas regiones y con diversos sectores, siempre con la visión de servir y empoderar
a las comunidades.
Acción Ciudadana Contra
el SIDA (ACCSI)es una
organización venezolana que
trabaja para asegurar
estrategias efectivas y
coordinadas para proteger,
promover y defender
los derechos humanos
de las personas
que viven con
VIH y otras
poblaciones clave y
vulnerables.
Conozca el artículo completo y
el informe en el siguiente link:
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